Neonicotinoides y fipronil, un negocio de $3,5 mil millones, estrechamente ligados al declive de las abejas

«El uso de estos pesticidas no proporciona ningún beneficio real a los agricultores, disminuye la calidad del suelo, daña la biodiversidad y contamina el agua, el aire y los alimentos. Ya no hay razón para seguir por este camino de destrucción”, plantea Jean-Marc Bonmatin, científico del UICN al presentar la última revisión de los impactos de los pesticidas sistémicos a nivel mundial cuyo negocio se calcula en más de 3,5 mil millones de dólares.

Los plaguicidas neonicotinoides -los más utilizados en todo el mundo- presentan graves amenazas a los ecosistemas y suponen una amenaza global para la biodiversidad, los ecosistemas y sus servicios, según la última revisión científica más completa del mundo sobre los impactos ecológicos de estos productos publicada por el Grupo de Trabajo sobre Plaguicidas Sistémicos (TFSP, por sus siglas en inglés) de la International Union for Conservation of Nature (UICN). La revisión también consideró el fipronil, el pesticida sistémico utilizado en Europa.

Estrechamente ligado a la muerte de las abejas

Los pesticidas neónicos, que están vinculados al pronunciado declive de las abejas, también tienen el potencial de contaminar los sistemas alimentarios. El fipronil, un plaguicida sistémico estrechamente relacionado, se encuentra actualmente en el centro de un creciente escándalo de seguridad alimentaria en Europa después de que se detectaron altos niveles de insecticida tóxico en los productos de huevo vendidos en 15 estados de la UE, además de Suiza y Hong Kong. A saber, millones de huevos han sido retirados de las tiendas y almacenes de toda Europa por la preocupación de que al estar contaminados representan un grave riesgo para la seguridad de los consumidores.

Introducidos por primera vez en la década de 1990, los neónicos son ahora los insecticidas más utilizados en el mundo. Las aplicaciones agrícolas incluyen tratamientos de semillas, del suelo, aerosoles foliares y productos de césped. Estos productos industriales también se utilizan en la silvicultura, los tratamientos de la pulga para los animales domésticos y los productos caseros y comerciales del cuidado del césped.

Un mercado de más de US$ 3,5 mil millones

Estos insecticidas sistémicos tienen una cuota estimada en torno a un 40 % del mercado mundial. Entre los compuestos comunes se encuentra el acetamiprid, la clotianidina, el dinotefuran, el imidacloprid, el nitenpiram, la nitiacina, el tiacloprid, el tiametoxam y el fipronil, con unas ventas mundiales que en 2011 llegaron a más de 2,63 mil millones de dólares.

Por su parte, en el mercado de los tratamientos de semillas se han expandido aún más rápidamente, pasando de 155 millones de euros en los años 90 a 957 millones en 2008, cuando los neonicotinoides comprendían el 80% de las ventas mundiales en este negocio.

Tóxicos en dosis muy bajas

Los neónicos son tóxicos incluso a dosis muy bajas. Son solubles en agua y muy persistentes, es decir, no se degradan fácilmente en el suelo, dando como resultado una exposición prolongada y crónica en ambientes terrestres y acuáticos. La aplicación extensiva y rutinaria de estos productos comerciales en la agricultura está causando una contaminación ambiental a gran escala y una amenaza significativa a la biodiversidad.

«Los últimos hallazgos reiteran la necesidad de detener el uso masivo de plaguicidas sistémicos, incluyendo su uso profiláctico con mayor urgencia en el tratamiento de semillas», dijo Jean-Marc Bonmatin, científico investigador del Centro Nacional de Investigación Científica de Francia y vicepresidente del TFSP.

No proporcionan ningún beneficio real

«El uso de estos pesticidas es contrario a las prácticas agrícolas ambientalmente sostenibles. No proporciona ningún beneficio real a los agricultores, disminuye la calidad del suelo, daña la biodiversidad y contamina el agua, el aire y los alimentos. Ya no hay razón para seguir por este camino de destrucción», advierte Bonmatin.

El informe presentado consta de tres artículos que revisan nuevos datos sobre el modo de acción, el metabolismo, la toxicidad y la contaminación ambiental de los neonicotinoides y del fipronil; los efectos letales y subletales sobre los organismos y sus impactos en los ecosistemas; y la eficacia de neonicotinoides y fipronil en la agricultura y enfoques alternativos para el control de plagas.

«Sólo una pequeña fracción del uso de plaguicidas cumple con su propósito de combatir las plagas. La mayoría simplemente contamina el medio ambiente con daños extensos a organismos no-objetivo del productos», dijo Faisal Moola, profesor adjunto de ecología en la Universidad de Toronto.

Moratoria europea y prohibición francesa

En 2013, la Unión Europea impuso una moratoria a ciertos usos del imidacloprid, clothianidin y thiamethoxam en cultivos atractivos para las abejas, y ahora está considerando una propuesta para extender esta moratoria. La nueva ley de biodiversidad de Francia incluye una disposición para prohibir todos los neónicos a partir de septiembre de 2018.

«En general, el experimento global con neónicos está emergiendo como un claro ejemplo de fracaso en el control de plagas», dice Bonmatin. «Los gobiernos de todo el mundo deben seguir el ejemplo de países como Francia para prohibir los neónicos y avanzar hacia modelos sostenibles e integrados de manejo de plagas, sin demora».

La actualización del TFSP de 2017 se publicará en una próxima edición de la revista científica Environmental Science and Pollution Research.

¿Qué hace el Grupo de Trabajo sobre Pesticidas Sistémicos (TFSP)?

Traducción del artículo publicado en iucnredlist.org
2020-07-07T11:02:30+02:00 9 octubre, 2017|