Durante el primer semestre de este año, la Comisión Europea dió a conocer su voluntad de reconectar con la naturaleza, al mismo tiempo que presentaba la nueva estrategia sobre agricultura y ganadería sostenible, De la Granja a la Mesa (Farm to Fork Strategy). Ya que, al parecer, hay más preocupación por el cambio climático, el aumento de la contaminación, la protección de la fertilidad de los suelos y los efectos de la pandemia del Covid-19, los objetivos ahora tienen mayor alcance. Según esta nuevo enfoque, el Ejecutivo europeo quiere que el 25% de las tierras agrícolas sean ecológicas de aquí a 2030.
Y es que la crisis del coronavirus puso de relieve la necesidad de conseguir un sistema alimentario sólido y resiliente que funcione en todas las circunstancias y sea capaz de garantizar a los ciudadanos el acceso a un suministro suficiente de alimentos a precios asequibles. “También nos ha hecho muy conscientes de las interrelaciones entre nuestra salud, los ecosistemas, las cadenas de suministro, las pautas de consumo y los límites del planeta”, señaló la UE en su nota oficial.
Entre otros objetivos, la estrategia persigue la reducción del 50% en el uso y el riesgo de los plaguicidas químicos y del 50% en el uso de los plaguicidas más peligrosos de aquí a 2030. Asimismo, busca rebajar las pérdidas de nutrientes en un 50% como mínimo, garantizando que no se deteriore la fertilidad del suelo, lo que reduciría el uso de fertilizantes en al menos un 20%. También tiene en cuenta la ganadería y la acuicultura, para las que quiere una reducción del 50% de las ventas de antimicrobianos. El objetivo, por tanto, es que el 25% de las tierras agrícolas de destine a la agricultura ecológica hacia el año 2030.
Efectos de la nueva estrategia
Un ejemplo del nuevo modelo de negocio ecológico es la captura de carbono por parte de agricultores y silvicultores, en sintonía con la lucha contra el cambio climático. Las prácticas agrícolas que eliminan el CO2 de la atmósfera contribuyen al objetivo de neutralidad climática y deben ser recompensadas, dice el documento, ya sea mediante la política agrícola común (PAC) o con otras iniciativas públicas o privadas (mercado del carbono). Por ejemplo, el cultivo de vides ecológicas reduce la huella de carbono en un 33%, el de cereales un 42%, el de frutales un 60% y el de olivos un 100%.
Para alcanzar el objetivo de la agricultura ecológica en la UE, Bruselas dice que es fundamental garantizar el desarrollo económico sostenible del sector y fomentar la demanda. Además de las medidas de la política agrícola común (PAC), como los regímenes ecológicos, las inversiones y los servicios de asesoramiento, y de las medidas de la política pesquera común (PPC), la Comisión presentará un plan de acción sobre agricultura ecológica.
La CE examinará la posibilidad de armonizar las declaraciones ecológicas voluntarias y creará un marco de etiquetado de alimentos sostenibles que incorpore los aspectos nutricional, climático, medioambiental y social.